Historia de una recuperación de fractura de meseta tibial
¡Menuda paliza! Madrugón obligado para la ruta de este domingo, 4 horas y media de caminata, para subir al pico de Jabalcuz, 8 km de subida, con un desnivel de 921m, pero, ¡Que subidón! Después de 20 meses ahí estaba, subiendo como la primera, sin dificultad, sin dolor, con cero molestias y con una vitalidad imparable, disfrutando a cada paso de la naturaleza, la compañía y de la agradable sensación de ANDAR, ¡SÍ! De andar, que cosa tan simple y a la vez tan compleja, ¿Quién lo diría? Impensable meses atrás, cuando dar más de dos pasos seguidos resultaba imposible, obligada a parar en seco por los repetidos “bloqueos” que aparecían en mi rodilla, unidos al fuerte dolor que estos provocaban. Esta era mi su situación, después de 13 meses, en los que hubo de todo…Una tonta caída en bici que me deja la nada despreciable fractura de meseta tibial grado V (hay VI grados, casi hago pleno), 4 entradas en quirófano, larguísimas sesiones diarias de fisioterapia, mañana y tarde, mucho trabajo por parte de fisioterapeutas, compañeros y amigos, además de grandes dosis de esfuerzo y dolor a partes iguales. Y aún así, ambas muletas se resistían a abandonarme, bajo el desconcierto de todos.
Mi recuperación se había estancado, sin saber por qué, seguía sin poder andar. Fue entonces cuando empujados por la desesperación y aconsejados por una gran amiga, pedimos una segunda opinión, que nos llevo a la clínica de Luis Baños, que son especialistas en fracturas en Jaén.
Rotura meseta tibial un año después
Llega el día, primera sesión programada con Luis, nerviosa, espero mi turno con un batiburrillo de sensaciones. Por un lado ansiosa por que examine mi rodilla y me dé su opinión y por otro, bastante escéptica, al fin y al cabo, durante más de un año habíamos probado multitud de tratamientos sin obtener resultados.
Recibimiento cariñoso y cercano, me sorprende su vitalidad y optimismo, y aunque aparece de nuevo la desconfianza, he de reconocer, me contagia su enorme seguridad. Me valora, trata y planifica el que será mi tratamiento. Empieza en ese momento mi nueva etapa en la recuperación.
Primeras sesiones de prueba, donde la mejoría se hace de rogar, pero ésta no tarda en aparecer. 2ª semana de tratamiento con Luis y Manu, mi fisio de cabecera durante todo el proceso (al que sin ofender al resto del gran equipo, no cambio por ningún otro) comienzo a andar, de aquella manera, pero ¡sin muletas! Fue aquí, cuando comienza mi mejoría a pasos agigantados. Me daba miedo admitir que estaba mejorando, no quería apresurarme, ya me había pasado otras veces, pero en esta ocasión, era más que evidente que la rodilla progresaba y mucho.
Correr después de una fractura de meseta tibial
Al trabajo de Manu y Luis, se le une un sinfín de ejercicios (creo que he llegado a probar prácticamente toda las máquinas de la clínica), intensas sesiones de “Reedcord” con Julia, y por fin mi esperado regalo, que llegó de manos del “Gran Salva” readaptador físico de la clínica, con quien comienzo a CORRER, después de 15 meses, y de haber visualizado 1001 veces, si no más, ese ansiado momento.
Poco más puedo decir, a partir de ahí, mejora, mejora y más mejora. El estado de mi rodilla era cada vez mejor, después de 9 meses en la clínica, con constancia, con el apoyo incondicional de mi familia y amigos, y con el EXCELENTE trabajo realizado por parte del personal de la clínica con Luis Baños al frente puedo decir sin reservas que no puedo encontrarme mejor.
No podría terminar mi historia, sin hacer también mención a Miriam, colaboradora en el proceso final de readaptación, Silvia y Vero, que con sus atenciones me hicieron sentir como en casa, y en general, a cada uno de los componentes de la familia “Baños”.
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